Por: Magali Zavala.
El 18
de mayo de 1541 quedó fundada en el valle de Guayangareo la pintoresca Nueva
Ciudad de Mechoacan, conocida más tarde como Valladolid. La organización estuvo
a cargo del primer Virrey, Gobernador, Presidente de la Audiencia y Canciller
Real de la Nueva España Don Antonio de Mendoza, quien manifestó a los reyes de
España su asombro y admiración por el bello lugar.
Por su parte, los reyes agradecidos
por las exploraciones del Virrey, concedieron licencia para iniciar los asentamientos
en ese pequeño poblado de indios matlatzingas o pirindas, cuyos grupos
colindaron con los chichimecas, quedando la orden como a continuación se dice:
En el valle que se dice de Guayangareo, de la provincia de
Mechocán de esta Nueva España, encima de la loma llana é grande del dicho
Valle, que esta entre dos ríos por la parte hacia el sur el río que viene de
Guayangareo, y por la norte el río que viene de Tiripetío. Se sentó y pobló la
ciudad de Mechoacán.
Bajo
estas circunstancias, la conformación de la ciudad obedeció a la constitución
del desarrollo urbano matizado por dos vertientes culturales: la mesoamericana
y la europea que fueron cruciales para el desenvolvimiento urbano, social,
económico y político.
La unificación de ambas culturas se fundó
con los primeros pobladores de la Nueva España; sin embargo, cabe subrayar que
antes de la fundación de Valladolid ya existían pobladores españoles, tal es el
caso de Gonzalo Gómez, conocido como el primer poblador español, que para 1530
o 1531 ya poseía grandes extensiones de tierra en el Valle, entre las que
podemos mencionar se ubicaron en las orillas del Río de Guayangareo (ahora Río
Chiquito), y los paredones al sur (Lomas de Santa María).
Junto
con los antiguos habitantes indígenas y españoles, la iniciativa del virrey
comenzó con el poblamiento de las 70 familias españolas aproximadamente y 9
religiosos, éstos últimos se encargaron de administrar los santos sacramentos;
entonces se erigieron las primeras casas, portales, edificios, iglesias, cárcel
pública y casas de cabildo para el Ayuntamiento, hechas de adobe, tejamanil,
madera y paja principalmente; se trazaron plazas, calles, caminos y puentes;
para su órgano gubernamental se nombraron Alcaldes, Regidores y Alguaciles; así
inicio la nueva estructura de Valladolid con forma de damero.
El 20
de julio de 1553 mediante una real provisión se le concedió a la ciudad el
escudo de armas, lo integraron las imágenes de tres reyes: Carlos V, su hermano
Maximiliano y su hijo Felipe, todos coronados, vestidos de color púrpura en
campo de oro con un cetro en sus manos, rodeados con los colores azules y
verdes. El estandarte consolidó la unidad y la identidad de la ciudad recién
establecida.
Una
vez reconocida la villa por los reyes, el virrey solicitó la ayuda del natural
de Sevilla Juan Ponce para dar orden a la traza de Valladolid, pues el español
poseía conocimientos en urbanismo, construcción de puentes, nivelación de
calles y caminos. De acuerdo a las propuestas del maestro comenzó la tarea
dándole forma al espacio abierto y plano. La obra respondió a la tradicional
trama ortogonal de las ciudades españolas en América; finalmente la labor del
sevillano culminó con la elaboración del plano de 1579. En él, se resaltaron
las principales características de la ciudad como los dos ríos, los tres puentes,
la plaza de Batalla, la Catedral, el convento de San Francisco, la iglesia de
San Agustín y algunas casas, la mayoría de estas se ubicaron en los actuales
portales (Allende, Aldama, Hidalgo, Galeana y Matamoros).